El México de Peña Nieto: Tan lejos de Dios y tan cerca de Wall Street

A raíz de la más reciente columna de Francisco Goldman: “Crisis en México: Una revolución infrarealista”, se hace necesario señalar en la dirección más evidente. La corrupción, el narcoestado mexicano, las políticas de todos los partidos políticos de ese país, las reformas que han introducido, la guerra contra los pueblos de Calderón y Peña Nieto, las masacres y ahora, el crimen de Ayotzinapa, son imposibles, absolutamente imposibles sin el conocimiento, el respaldo, la autorización, el diseño, la planificación y el mandato del Pentágono y de quienes se benefician de estos operativos que combinan políticas de despojo con terror y propaganda. Parece estar de moda en estos días señalar en aislamiento del contexto global y de los poderes que lo deciden todo, al Presidente Peña Nieto, a los medios de propaganda y a la fuerza pública y los partidos más visibles y reconocidos. Decir unas verdades para encubrir otras. Este guión que pretende orientar las protestas y, a lo sumo, sacrificar un Presidente y unos partidos para salvar el modelo económico-institucional relegitimado y a quienes desde allí han dado las ordenes, está resultando tan evidente que, lejos de develar la Dictadura Perfecta, la están poniendo en evidencia encubriéndola con verdades a medias, o mejor, seleccionando unas verdades para esconder otras más graves y determinantes. EPN no es capaz de hacer lo que está haciendo sin permiso y sin órdenes precisas. Pueblos en Camino

 

El México de Peña Nieto: Tan lejos de Dios y tan cerca de Wall Street

 

Francisco Goldman, columnista en The New Yorker demuestra tener más claridad sobre el régimen mexicano y su presidente que muchas de las voces confusas que analizan desde México. En su última columna de una serie de 4  sobre la crisis suscitada a partir de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, publicada el 5 de diciembre de 2014 y titulada “Crisis en México: Una revolución infrarealista” Goldman señala el hecho más aterrador: “Peña Nieto habla a menudo como un actor que interpreta a un estereotipado Presidente en un programa de televisión, hablando sobre el uso legítimo de la fuerza, como si frases como esa tuvieran un poder mágico para aislarlo de las realidades sórdidas de un poder autoritario ejercido sin ley y con brutalidad, y de un gobierno irremediablemente comprometido”. 

 

Goldman enfatiza la descomunal corrupción del régimen -tal vez lo único que lidera de lejos el Presidente- cuya capacidad para hacerse a bienes ajenos es absolutamente extraordinaria. El columnista reconoce también que EPN y su gobierno, aprovechan el dolor de una masacre descomunal con impacto global, para profundizar el terror, la represión, la corrupción, la concentración de la riqueza y el poder del régimen. 

 

Lo que no señala Goldman y que es aún más evidente es que Peña Nieto sigue un libreto a cambio de los bienes que le da la corrupción. Un libreto nefasto diseñado por quienes desde más arriba se benefician de todo esto que el es y hace en un régimen al servicio del Capital Global, del que hacen parte unos pocos y muy poderosos referentes de la clase económica transnacional mexicana. México se convierte por etapas, en un campo de exterminio y terror a cielo abierto para beneficio del extractivismo especulativo transnacional. México es un experimento que necesita a un Presidente como el que describe Goldman precisamente para que el capital global avance en la solución de su crisis mientras las transnacionales y el sector financiero se apropian del país (inextricablemente ligados a un complejo aparato que cabe bajo la denominación “narcotráfico”). México es un teatro de operaciones en el que se ejecuta un experimento nefasto. En México se planificó, y llevó a cabo una desaparición y masacre masiva (entre muchas otras) para que luego, Peña Nieto hiciera lo que está haciendo de modo que se pudiera militarizar todo el territorio, desaparecer y aterrorizar cualquier resistencia, manipular con propaganda inverosímil a la población, entregar riquezas y recursos a capitales, abrir las zonas de resistencia, en particular, territorios indígenas al modelo especulativo/extractivista y… si: exterminar masivamente excedentes de población por la vía de guerras, pero también, a través de muchos otros métodos. En fin, que México es una profundización aterradora de Colombia, de Guatemala, de Honduras, de Gaza. México es un paso más en el camino del fascismo transnacional del capital global que requiere de una guerra total, eficiente y exitosa contra los pueblos para apropiarse de recursos que ha hecho escasear el modelo capitalista de extracción, producción y consumo. 

 

 

En este contexto, Peña Nieto tiene un rol mediocre y transitorio a cambio de beneficios personales, en el teatro del exterminio y del despojo. Es un actor secundario, en un país experimento. Los protagonistas están mucho más cerca de Goldman que de México en la propia bolsa de valores y Wall street y nadie, frente a Ayotzinapa, los está señalando. 

 

El Tribunal Permanente de los Pueblos capítulo México ha estado abordando estas temáticas con seriedad y profundidad

 

De todos modos, es bienvenida esta columna pues empezar a señalar la verdad evidente siempre abre la posibilidad de que se expongan otras. Se debe superar dolor por Iguala y seguir adelante”, dijo hoy Peña Nieto de gira por un Guerrero en vías de militarización y entrega al libre comercio. Adelante está, a través del terror y del despojo, el mundo feliz de unos pocos aún mas enriquecidos y poderosos, a costa de la eliminación de los que estorban. El Dictador Porfirio Díaz, derrocado por La Revolución mexicana sentenció “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Hoy es necesario actualizar la sentencia y decir seguramente: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Wall Street”. 

 

Emmanuel Rozental

Pueblos en Camino

Diciembre 5 de 2014

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